CUANDO EL JUEGO DEJA DE SER PLACENTERO- I

Félix Rueda.

Releyendo el artículo de nuestra compañera Stella Vicens titulado “Suerte, fortuna, destino o azar” (de fecha 16 de julio de 2015: http://revistaindependientes.com/suerte-fortuna-destino-o-azar/) pensaba en porqué la percepción actual respecto a los juegos de azar, así como en la publicidad que asocia a personas públicas de prestigio con algún tipo de juego.

También con anterioridad, la revista Independientes profundizaba en lo relativo al Juego patológico (entradas del 13 de marzo de 2012).

En dichos artículos, la visión sobre el fenómeno del juego patológico era amplia tanto en lo referente a las características, como a las condiciones para la aparición y el desarrollo de la adicción y lo referente al tratamiento.

Sin embargo, podemos ahondar en lo que respecta a las modificaciones que se producen en todos los ámbitos de la persona cuando se desarrolla un trastorno adictivo por juego; lo haremos en dos artículos, el primero de recuerdo de algunos conceptos básicos, y el segundo que versará sobre las áreas afectadas: orgánica, psicológica, social…

También trataremos de acercarnos al concepto de “adicciones a nuevas tecnologías”, que cuenta con gran número de defensores y detractores.

Así que vamos a ello.

Entre las personas que demandan tratamiento por un trastorno adictivo relacionado con el uso de sustancias psicoactivas, observamos un porcentaje nada desdeñable de quienes hacen uso del juego potencialmente patológico (en algunos estudios más del 32% de quienes demandan tratamiento por problemas con el alcohol presentan problemas con el juego, Fernández-Montalvo, Landa y López-Goñi, 2005). Es decir, que además de consumir drogas, realizan apuestas en máquinas de las denominadas “tragaperras”, en lugares de juego tipo bingos, salas de juego y otros, si bien en este caso la incidencia parece menor, o practican las apuestas on-line, una modalidad de aparición relativamente reciente, si la comparamos son las otras mencionadas, pero que irrumpe fuerte gracias a la cantidad de apartados que nos permiten el acceso a las nuevas tecnologías.

De hecho, muchas veces se confunde el juego patológico con el abuso compulsivo del juego virtual del tipo “simuladores” u otros, donde la persona interviene como un personaje en una historia que puede ser bélica de acción u otras parecidas.

También las loterías ocupan un lugar importante entre estas personas.

Una realidad palpable es que en España más del 1,5% de la población mayor de edad cumple criterios diagnósticos de juego patológico, y en menores de 18 años su prevalencia supera el 2% (Verdura Vizcaíno, 2014.) Por tanto, relacionado con otras adicciones o no, el juego problemático merece una atención especial.

¿Qué es el juego?

Entendemos por juego (RAE, 2014) la acción y efecto de jugar, y completando esta visión, el ejercicio recreativo sometida reglas, y en el cual se gana o se pierde. Una visión más completa la encontramos en la definición del concepto “juego de suerte” donde la RAE explicita algunas condiciones que se parecen bastante a la situación relativa al juego patológico: cada uno de aquellos cuyo resultado no depende de la habilidad o destreza de los jugadores, sino exclusivamente del acaso o la suerte.

Y esta última definición nos da una pista muy importante sobre las bases del juego patológico: los resultados dependen de la suerte. Pero, si esto es así, ¿por qué las personas continúan jugando a pesar de que pueden perder y pierden importantes sumas de dinero?

La clave la encontramos en la percepción de ilusión de control (Langer, 1975; Ladoceur y Sylvain, 1999; Dulcey, 2007), o lo que es lo mismo, cuando la persona que juega confunde el azar o la suerte con la habilidad, a pesar de que, racionalmente sabemos que no es lo mismo.

Magia o realidad

A veces, las personas definen sus ganancias y pérdidas en base a una especie de habilidad “mágica” que poseen u les hace tener suerte, cuando la suerte no se pude tener sino que sobreviene en algunas circunstancias, y para nada tiene que ver con nuestras acciones.

Cuando conversamos con algunas personas que demandan tratamiento por juego, o lo hacen por problemas con sustancias pero presentan conductas de juego patológico, también refieren que es como si la situación de juego, sobre todo aquellas vinculadas a las máquinas, les embargase en una especie de “halo mágico”, donde no hubiesen factores distractores o algo que les pudiese hacer salir de dicha situación.

Y claro, si la persona cree que la situación es controlable en base a que tiene suerte y esta se encuentra relacionada con sus habilidades o destrezas, realizará conductas que las favorezcan para dominar el azar y alzarse con el premio.

Este tipo de pensamiento, que contribuye en que las personas que juegan lo continúen haciendo a pesar de las consecuencias negativas del mismo (Wagenaar, 1988; Damasio, 2006; Verdura Vizcaíno, 2014) ), y, en mi opinión, podría estar relacionado con las bases de la conducta supersticiosa ya investigada por Burrhus Frederic Skinner en el año 1948 (al respecto se pueden consultar los enlaces: http://psicoteca.blogspot.com.es/2009/11/el-experimento-de-skinner-sobre_2651.html o https://es.wikipedia.org/wiki/Burrhus_Frederic_Skinner).

No en vano, muchos/as jugadores asocian el hecho de tener una copa en la mano, un cigarro encendido, la posición de la máquina en el establecimiento, el hecho de que alguien les hable o no, o si la máquina ha sido tocada con anterioridad por un tipo de persona determinada, con el hecho de que haya mayor probabilidad de éxito. Esto puede considerarse como conducta supersticiosa.

Desde otra perspectiva, y teniendo en cuenta aspectos más orgánicos (Damasio, 2006) podemos pensar que la manera de actuar del/la jugador/a patológico/a está relacionada con un déficit en el funcionamiento cerebral de las áreas relacionadas con la toma de decisiones, la voluntad y otras. En esto se semejan bastante a quienes sufren problemas con las sustancias).

La cuestión es que quienes sufren esta enfermedad, prestan atención exclusivamente a las recompensas y no a la cantidad invertida para llegar a esa recompensa o a las consecuencias negativas de mantener la conducta de juego tales como: problemas familiares, problemas económicos, problemas laborales, problemas sociales, etc.

Este podría ser el primer punto en común del juego problemático con otras adicciones: las consecuencias negativas y la insistencia en el mismo a pesar de los efectos negativos.

¿Cómo me hago adicto al juego?

El inicio de los trastornos adictivos sueles estar relacionado con usos ocasionales, y el caso del juego es igual al resto.

La presión del grupo de iguales, la curiosidad, la disponibilidad de la máquina o el lugar de juego, la visión favorable del entorno a la conducta potencialmente adictiva, y además, en el caso del juego, si la persona invierte una pequeña cantidad de dinero y obtiene un premio en las primeras ocasiones, la cosa se complica.

Ya en 1987, Custer establece una secuencia posible para el cambio de juego casual a juego patológico está relacionada con:

  1. Mayor nº de premios en el inicio de la conducta.
  2. Baja cantidad económica invertida en la apuesta.
  3. Pérdidas pequeñas.
  4. Los premios refuerzan la práctica del jugo tanto por el aspecto económico, como por la sensación de control.
  5. Mayor dedicación de tiempo y dinero.
  6. Incremento de la cuantía de las apuestas.
  7. Se trata de recuperar lo invertido.
  8. Cambio en las sensaciones: placer, evasión, ruptura con la monotonía, malestar.

Las similitudes entre el uso del juego y el uso de sustancias potencialmente adictivas serán un tema principal en el próximo artículo, en el que también hablaremos sobre los sesgos y creencias falsas asociados a la conducta de juego patológico, nos aproximaremos al funcionamiento cerebral de quienes presentan dicha conducta, y revisaremos otras consecuencias negativas derivadas del mismo.

Para leer más:

http://www.ansiedadyestres.org/content/entrevista-b-41

http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S1900-23862014000100004&script=sci_arttext